miércoles, 18 de marzo de 2009

Quién soy?




¿Quién soy?
¿Quién soy?
Decir yo es comenzar a hacer juicios, ¿Que digo cuando digo yo?¿Quien soy para mí? ¿Quien soy para los otros? ¿Y cómo sé quién soy para los otros? ¿Digo yo y me refiero a quien he sido hasta hoy? ¿o quién estoy dispuesto a ser en el futuro?Hace poco, charlando con una amiga sobre la mirada psicoanalítica de los olvidos, ella dijo - siempre dejo todo en el mismo lugar y tengo mis cosas super ordenadas porque sino perdería todo, yo soy muy despistada, muy desordenada, por eso hago las cosas así, para no perder tiempo, sino... Charlamos un rato, me contó que fue gracias a su primer trabajo, hace veinte años, que comenzó a hacer las cosas de éste modo, para evitar el desorden, los olvidos, entonces pregunté ¿ por qué decís que sos desordenada? - Porque yo me obligo a dejar todo en el mismo sitio, pero en realidad soy desordenada, el otro día estuve como una hora buscando la llave, la había dejado fuera de su lugar, yo sé el tiempo que se pierde, por eso, para no tener que despertarme media hora antes a buscar que ponerme, (porque siempre me gustó dormir pero me tenía que despertar a las seis de la mañana) comencé a acomodar la ropa, en fin, todo. En vano intenté mostrarle que si desde hace veinte años hace un culto del orden, y no sufre de olvidos recurrentes, no hay razón para decir yo soy desordenada, yo soy despistada, y es que como mi amiga, muchos de nosotros incurrimos con mayor o menor frecuencia en esto de pensar al yo como una entidad inmutable, algo que está mas allá del mundanal ajetreo del cuerpo. Cuándo digo que decir yo es hacer un juicio (no busco ahondar en una hermenéutica del sujeto, tampoco problematizar al yo en tanto creación especular, urdida en el deseo del otro) lo que busco es conectar al yo, a la identidad, con el aprendizaje.
Nosotros, los que conocemos, somos desconocidos para nosotros mismos.



Así empieza Nietzsche el prólogo de su genealogía de la moral, hace mas de ciento veinte años. Hace catorce, quince, leía al terrible filósofo con fruición, y si querías entender a Nietzsche tenías que leer a los griegos, algo aunque sea, y a Hegel, a los alemanas que el tanto criticaba, y escuchar a Wagner, saber quién era ese Parsifal, qué significaba.Todo eso antes, pero después, después de Nieztsche esa delicia que es Foucalt, y claro, así todos los demás, Marx, Weber, Parson, Levy Strauss, Freud, Lacann, la lista es larguísima, y los años pasan, conozco cada vez mas, estoy cómodo en ese conocer, modela mis palabras, mi cuerpo, mis relaciones, en ese lugar digo yo y digo seguridades que me constituyen, obtengo muchos logros con esa identidad que he construido, por que cambiarla? Por que repudiarla, quitarle su pretendida veracidad, su carácter intrínseco, inmutable? ¿Por qué inventarme premuras de espeleólogo y tropezar en las oscuridades de mi alma lastimándome las rodillas con mis desconocidas aristas?¿ Por qué interpelar mi yo si es lo que he constituido para relacionarme con los otros? No sé bien por qué, lo cierto es que un buen día comencé a pensar que lo que tenía valor era aquello en que se ponía el cuerpo, anduve en esa conversación un buen rato, entonces decidí aprender a nadar, hasta ese momento el juicio era a mi no me gusta el agua, decidí aprender un arte marcial, nunca me habían gustado, de hecho me daba mucho miedo, decidí aprender acrobacia aérea, ¡yo que tengo vértigo!
Y entonces llegó Rubén y llegó Irma, que me invitaron al aprendizaje ontológico, entré con el curso ya avanzado, estaban aprendiendo juicios (justo en ese tiempo yo leía Crítica de la razón pura, de Kant (algo así como el NegroQueMandaMas en juicios) leía sobre juicios sintéticos, analíticos, particulares, universales, me parecía insólito que se hablara tanto de juicios y ni se lo nombrara al buen Imanuel,...) receloso, arrogante, pensé qué parecía una suerte de terapia de grupo, pero… sin saber bien por qué, decidí quedarme, decidí aprender, me costó juicios, me costó mucho ponerle el cuerpo, pero algo aprendí, a cambiar la pregunta por ejemplo, a cambiar el por qué por el para qué, para que hago lo que hago, para qué digo lo que digo, para qué juzgo que el yo es un juicio?Lo hago para tratarlo como tal, para tratar a la identidad como una opinión, una interpretación, un relato, un cuento que contamos y nos contamos, un cuento… pero no un cuento cualquiera, no un juicio cualquiera, la identidad, el yo soy, es un tesoro.Lo urdimos desde muy chicos al yo soy, con nuestros padres, con nuestra gente, ¿por qué nos gustan las cosas que nos gustan? ¿por qué nos disgustan las cosas que nos disgustan? Porque somos! porque la abundancia es el sello de la creación y si bien hay una similitud genética enorme entre todos nosotros ( a nivel genéotipico soy tan parecido a vos como a cualquiera que viva en un continente de las antípodas, por eso en sentido biológico, como hay muy poca, poquísima diferencia genética, no existen diferencias de raza en los seres humanos) cada uno es una posibilidad única, irrepetible. Pueden existir decenas, aún cientos de personas que se llamen como vos, pero… exactamente igual?, y que vivan en la misma comunidad? Haciendo y sintiendo las mismas cosas por sí mismos y por los otros?Cada uno de nosotros somos para nosotros mismos, y para los otros, una posibilidad ilimitada, además de única e irrepetible.¿Por qué ilimitada? Porque no somos un producto terminado, un relato ya escrito, una versión acabada del ser que podemos ser, nada de eso, permanecemos inacabados, incompletos, deseantes… y esa es la maravilla de estar vivo! Mi amiga diciendo soy desordenada, ¿cómo funda ese juicio si en su casa, en su vivir pueden verse evidencias, afirmaciones de lo contrario? Yo diciendo soy cobarde, le tengo miedo a las alturas, al agua, y nadé en mares y ríos, cuelgo a varios metros del suelo dos veces por semana…Podemos aprender a ser quiénes queremos ser, podemos elegir los valores, las relaciones, los hábitos, las emociones, las conversaciones, las acciones que constituyan ese yo soy, y podemos cambiar los yo soy que generan malestar, tristeza, sufrimiento, impotencia, postergación, ira, desamor.¿Qué te gustaría aprender, que te gustaría cambiar a vos?

1 comentario:

  1. Querido Cuate! tus valores y tu ser te hacen valioso para mí. Felicitaciones y gracias por estar en la red.

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